miércoles, agosto 25, 2004

Ayer conocí a Borges


Una de las pasiones que siempre me tuvo en vilo fue el escribir, paradójicamente me estoy dando cuenta que para escribir necesito del mucho leer. No tengo una base fiel a la de un escritor, sin embargo mi osadía me lleva a escribir sobre mi experiencia de ayer.
Luego de un arduo día de agitadas actividades, me dispuse a descansar en el lecho de mi cama, no encontré mejor idea de relajar mi mente en algo disperso, y una moderna forma de hacerlo es a través de la televisión. Para ello no decido ver programas de actualidad ni mucho menos, sino que prefiero para mi descanso una suave voz que me instruya en caso de que el sueño me gane y cierre los ojos al compás de una suave caricia en forma de palabras.
Encendí el televisor y encontré con mucho agrado en el canal “a”, un canal cultural, el inicio de un programa con el atrayente de que pasaban un compacto de 30 minutos sobre la vida de Jorge Luis Borges.
Días atrás casualmente hablando de literatura con mi amiga Emilia, me habia comentado que tuvo el agrado haber conocido a dicho escritor hace ya algunos años, así que me dispuse a conocerlo yo también.
No describiré su vida en este texto ya que no quisiera ser impreciso en algunos datos que con certeza no me acuerdo, sin embargo cuento parte de ella para describir mi experiencia.

Jorge Luis Borges fue una persona sencillamente interesante desde muchos aspectos. Nunca me interese en sus libros ya que mi biblioteca siempre fue escasa, sin embargo en una reseña de su vida me oriento a donde apuntaba él, solo cerré los ojos y me deje llevar por palabras de la locutora que relataba su vida.
Él fue una persona la cual viajo desde pequeño y le dio un amplio conocimiento de idiomas que le ayudaron a leer libros de diversos idiomas extranjeros afianzando lo que en un futuro iba a llegar a ser, un gran escritor. Eso le dio a mi entender un amplio vocabulario.
Entre frases extraídas de sus libros escritos, no deje de ver a un Jorge Luis sumiso en su soledad como al momento de cómo él le escribe a su Buenos Aires. No deja de sorprender cierta similitud en mi persona, creo que el amor se manifiesta de diferentes formas, y para escribir algo hay que ponerle pasión y mucho de amor, como yo también me enamoro constantemente de mi tierra, mi Tucumán. Un lugar lo hacen tanto sus personas como la naturaleza del lugar y cuando las personas son tan afables acompañadas con su imponente belleza no queda mas remedio que enamorarse y al menos describirlo con justas palabras para compartir lo vivido y que otras personas encuentren en ello su bello misterio.
A cada minuto que transcurría iba conociendo a una persona que se rodeo de gente muy interesante que llevo a encaminar mas aún sus ideas y pensamientos donde a través de sus amistades lo llevaron a perfeccionarse en su materia. Amigos como Bioy Casares al cual alguna vez he leído un libro de él, lo convirtieron en un irremediable escritor de pura cepa.
Encontré un argentino que me hizo con sus palabras dibujar un cuadro que en mi mente aún permanece. Desafiar a Borges con un cuadro no es faltarle el respeto a su hermana, que es la que ayudaba gráficamente en sus libros, sino una libre expresión de pensamientos que en algunos aspectos queda abstracto en algunos textos de Borges, es darle imagen a sus primeras palabras, ya que si leer un libro entero de él, queda encerrado en un vacío, y si fuera así estaríamos hablando, a mi entender, de una fría teoría y al menos mi intención al momento de escribir no es esa, ni creo que la de Borges tampoco.
La magia de la descripción. Un arte que pocos pueden lograr.
A veces quisiera tener un diccionario en la cabeza y describir con palabras justas y precisas lo que me pasa, y Jorge Luis demuestra que su tiempo no fue en vano y que con su forma de escribir, lo hace natural y bello a los ojos y pensamientos.
Llegando al final de su vida, ya consagrado por la crítica, que no es mas que sus lectores esparcidos por el mundo, decidió irse del país, o al menos así me dieron a entender. Entre laberintos de bibliotecas, sus últimos escritos no fueron mas que un ultimo esfuerzo por demostrar que con su apagada vista aún escribía y por un instante, sentí una impotencia por su sufrimiento que lo alejaba de lo que el amaba.
Su muerte fue en el año 1985, a mis diez años de edad, aun recuerdo la repercusión de la noticia. Mi tía Lilia, que era una empedernida lectora, la vi por primera vez acongojada, creo que ese episodio no lo volví a recordar hasta el día de ayer, y creo entender por que lo ella pasaba.
Jorge Luis Borges entro en mi cabeza, cerré los ojos y lo vi. Me hizo sentir muchas cosas, como el inspirarme a escribirle estas palabras, y sinceramente, creo que es una linda fuente de inspiración, y a pesar de que no esta aquí entre nosotros, creo que logro lo que todo escritor quisiera en alguna medida, la inmortalidad. Jorge Luis siempre estuvo obsesionado con su muerte, y espero que en el momento de expirar físicamente se haya dado cuenta que fue, es y será por siempre un inmortal y que sus palabras jamás, pero jamás dejará de estar en boca de al menos una persona.

Llega el final del programa, coincidiendo con el tiempo cronometrado para el apagado automático. Yo aún mantenía los ojos cerrados... y aun así, seguía escribiendo.. como seguramente el desde algún lugar lo estará haciendo.

Ayer conocí a Borges, un verdadero placer.

1 comentario:

Isabella Pezzarini dijo...

Jorge Luis, Nacho.
Segui puliendo el estilo, no te olvides de los sujetos tácitos.
No voy a decirte que todo está perfecto, porque no lo está.
No voy a ser parte de la manada.
Emi