viernes, octubre 22, 2004

Ocaso

Era una tarde de verano... te vi entrar en esta habitación con paredes añejas donde la humedad hizo su trabajo a través del tiempo, y el revoque de uno los lados sufrió el daño desnudando ladrillos.
Quizás, en esta tarde calurosa donde mis pensamientos rondaban a través de la escena de nuestro encuentro, sentí tu presencia cruzando el umbral. Sonrisa pasajera insinuando un saludo
como si mi presencia estuviera en vano por solo un instante, tal vez buscando algo del comedor donde estaba sentado, tal vez tan solo pasabas, pero yo no deje pasar la oportunidad y te tome del brazo suavemente yla invite a sentarse frente a mí.
Tenias una mirada cansina... tu rostro delataba el paso de una noche de fiesta, pero aun así brillabas. Conversamos al principio de cosas sin sentido, tal vez mas estudiándonos uno al otro. Recuerdo el primer piropo que me dijiste rompiendo el silencio: “que lindas pestañas que tenés, eso te hace una linda mirada”. Me puse nervioso, no estoy acostumbrado a que alguien diga cosas lindas sobre mí, sólo mi ego al verme en el espejo y mi amada abuelita que siempre me decía que era bello, esas cosas de abuelas. No supe como reaccionar, sólo mire por la ventana, escuhe el sonido de las hojas de los árboles tocados como violines por el viento y el ocaso del sol furtivo entro por los cristales pintando el cuarto de un color especial, formaba un paisaje de esos de película que solo existen cuando se vive con alguien especial, con vos. Solo atine a agradecerte lo dicho... te tome de las manos, te di un beso en los labios y me quede mirándote... ojos marrones que me mostraban tu alma, un aroma a paz y sentimientos que floraban a través de la mirada. Nos seguimos besando y el sol curioso espiaba detrás de los cerros como si me acompañara en perdurar ese momento, aunque creo que era yo quien quería hacer eterno ese momento. La penumbra se apodero de nosotros, en ese momento sentimos lo mismo. Luego, u
na luz interrumio el hechizo, era nuestra amiga entro y nos robo la magía sin saberlo.
Momentos magicos como este , son lo que voy atesorando a lo largo de mi vida.
Es curioso que después de diez años escriba esta carta, la primera a mi primera novia.